sábado, 19 de abril de 2008

también hacemos puntillismo

"(...)Mi familia conoció épocas de gloria. Fue a principios de los noventa. Mi hermana todavía noviaba con el evangelista de Monte Grande que tenía casa con fondo inmenso, caballos, perros salchichas y un hermanito con síndrome de dawn. A mi me habían cambiado de la 44 a uno privado por Lanús, con curas, con patio con parra, con uniforme de jumper gris y muchos chicos eslovenos, rubios y macizos.
Todavía los alemanes no habían comprado Crespi, mi papá era jefe regional, usaba traje, llegaba a las siete de Capital pero si salía temprano me iba a buscar a la escuela porque decía que sino el micro me tenía yirando una hora al pedo.
Y era un poco verdad, porque yo era casi una de las últimas en bajar, pero la verdad es que eso era lo mejor que me podía pasar. Bajarte último te daba como un cargo, adquirías como una mini propiedad sobre el colectivo, todos se iban bajando y el micro cada vez se nos volvía más nuestro, más de los que no bajábamos, entonces a medida que el pasillo se limpiaba de mochilas y piernas, hacíamos un juego fabuloso que se llamaba Soretes Rodando. Era así: metíamos la cabeza adentro de la campera para generar amortiguación y nos arrastrábamos por el piso como si fuéramos cuerpos muertos, decíamos que éramos soretes. Nos gustaba pensarnos como cosas inmundas. Susana, la celadora, ya estaba rendida, nunca nos detenía. Nosotros rodábamos por el suelo y el movimiento del colectivo nos sacudía de un lado al otro, de un lado al otro, golpearse era la gracia mayor. Había tres micros, el 15: un geriátrico, el 5: la depresión asegurada, y el bendito Micro 10: bajabas con tres quilos menos, transpirando como si hubieses corridos veinte mil cuadras y un hambre infrahumano.
Cuando papá me venía buscar, yo ponía un poco de cara de culo así que me llevaba a comprar sticker, porque yo coleccionaba sticker. Una tarde, me acuerdo, me compró unos de felpa con formas de corazones enteros, partidos y atravezados, y unos que resultaron los más caros de todo Batica, la envidia de todo segundo D: calaveras y esqueletos con borde dorado y textura metalizada, para que yo cambie esa cara. Así me dijo, para que cambies esa cara (...)"

9 comentarios:

sol dijo...

ajajajajjjaaaaaa "soretes rodando" (!!)
te kiero

jonas dijo...

fabulantástico.

jonas dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
luks dijo...

buenisimo este y el de abajo

saludos

www.ruletachina.com

Unknown dijo...

yo cuando veo una cara de culo digo algo sencillo:

te vas a tirar un pedo por la cara sino la cambias.

Anónimo dijo...

ME GUSTA ESTE ESTILO MAS PEDORRO LIGTH, PERO SIGO SIENDO FANA DEL DESGARRADOR MELODRAMATICO OMBLIGUISTA.

FANA MAL.

Anónimo dijo...

jajaja maga que fuerte, no me acordaba de Batica!!! y por supuesto que me acuerdo de jugar a los soretes, te acordas que cuando el micro pasaba por algun bache se movia todo como una batidora y deciamos que "habian tirado de la cadena" y nos tirabamos unos contra otros, que buena epoca, te acordas cuando le pediamos la tacita de azucar a Monticelli? jajaja

Anónimo dijo...

atraveSados

Jardinera dijo...

que lindo, yo tiraba papels llenos de baba con pajitas por la ventana y jugaba a saltar cuando el micro se subia a las lomas de burro, y era ahi cuando se lograba el impacto mayor: tocar el techo con la cabeza y sumar 100 puntos.

furor romántico

furor romántico